3 de octubre de 2014

El pensamiento de David Hume

Por José Edgardo Carballo Sawula. (*)
Ponencia en el Seminario de "Pensadores de la Libertad" - Primer Ciclo.
Junio de 2014.


Retrato de David Hume (1711-1776)
por Allan Ramsay (1766).
En Occidente se dieron las dos filosofías políticas más antitéticas. Así, desde el Canal de la Mancha hacia el oeste –esto es Inglaterra– se dio lugar al concepto de libertad, y del Canal de la Mancha hacia el sur-este se dio lo que fue la filosofía iluminista (racionalismo) franco-germana que originó el totalitarismo del siglo XX y sus más sangrientas consecuencias.

En ese sentido, David Hume, quien nació en Edimburgo (Escocia) en 1711 –vente años después de la Revolución Gloriosa de 1688– y falleció en 1776 en Glasgow, con el tiempo se convertiría en el baluarte del movimiento constitucional liberal y democrático. Hume vivió tres años en Francia, donde escribió a los veintiséis años una de sus obras más destacadas, "Tratado de la Naturaleza Humana". Al regresar a Escocia se frustraron sus intentos de ingresar como catedrático, por lo que se dedicó a escribir. Sus obras más destacadas han sido "Tratado de la naturaleza humana", "Historia de Inglaterra", "Ensayos sobre morales y política", entre muchas otras.

Las ideas centrales de Hume en cuanto a la moral y la justicia.

  • En cuanto a la moral, Hume considera que la moral pertenece al ámbito de los sentimientos y no de la razón, por tanto es intencional y no reflexiva. Una acción puede ser buena o mala, sin embargo, la conducta deriva de la razón./li>
  • En cuanto a la justicia, Hume piensa que "la justicia surge artificialmente de la adecuación y de las convenciones de las conductas humanas. Y por más que sea artificial no es arbitraria".

La necesidad de la justicia surge del egoísmo humano, de la limitada generosidad y de la escasa provisión que hace la naturaleza para sus necesidades, es decir que si existiera abundante generosidad y suficiente provisión o abundancia que satisfagan las necesidades del hombre, se destruiría el concepto de justicia.

El concepto de justicia que da Hume se apoya en el concepto de propiedad y estabilidad de las posesiones que hacen necesarias para el establecimiento de una sociedad. Él considera tres leyes fundamentales de la naturaleza de las que dependen la paz y la seguridad de una sociedad, las cuales son:

  1. Estabilidad en la propiedad y respeto a las posesiones.
  2. La transferencia por consenso.
  3. El cumplimiento de las promesas.

Son requisitos que Hume consideró necesarios para el establecimiento de una sociedad pacífica, en coincidencia con Locke.

Del origen del gobierno.

Hume dice que en los gobiernos se da una perpetua lucha intestina, abierta o secreta, entre autoridad y libertad, y en esta competencia ninguna de las dos puede prevalecer de modo absoluto. Todo gobierno ha de hacer necesariamente un gran sacrificio de la libertad, pero la autoridad que limita la libertad no puede nunca, en ninguna constitución, llegar a ser total e incontrolable.

Hume, al igual que Locke, reconoce la necesidad del gobierno para la sociedad, pero no reconoce contrato social alguno que lo legitime como tal. Encuentra en la historia que los gobiernos monárquicos han sido resultado de las guerras y que las repúblicas han surgido de los abusos de las monarquías y de los poderes despóticos. En este sentido, admite que la libertad es la perfección de la sociedad civil, pero que la autoridad ha de ser tenida por esencial para su existencia. El poder del gobierno debe hallarse hábilmente dividido en un sistema prudente, de lo contrario solo podemos esperar luchas, desórdenes y tiranía.

Dijo Hume: "Si los hombres fueran ángeles, no haría falta el gobierno". Esto, dado que Locke ha dicho que "Los monarcas también son hombres".

De la libertad civil.

Hume dijo ya en su época que el comercio no puede florecer sino bajo un gobierno libre. Decía que los tres mayores centros comerciales de Europa –en la época de Hume, claro– eran Londres, Amsterdam y Hamburgo, ciudades libres y protestantes que gozaban de plena libertad. La economía de la abundancia reviste un carácter internacional. Gran Bretaña será próspera siempre y cuando lo sean los otros pueblos de la Tierra. Esto ya anticipaba la teoría que iba a plasmar más tarde su amigo Adam Smith. El afán de lucro es aliciente de la industria, por lo que el comercio decae bajo gobiernos absolutos. El equilibrio de poderes es un secreto político que hasta ahora no había sido bien conocido. En las monarquías civilizadas gobiernan las leyes, no los hombres. Allí la propiedad está segura, se fomenta la industria, florecen las artes y el príncipe vive tan apaciblemente entre sus súbditos como padre entre sus hijos.

Hume ya adelantaba que los mayores abusos de los gobiernos monárquicos (como en el caso de Francia) pasaban por un sistema recaudatorio tan gravoso y caro que desalentaba el esfuerzo de los pobres, en especial de campesinos y granjeros, y que los convertía en mendigos y esclavos. Este flagelo de gravosos impuestos y de empréstitos por parte de los príncipes absolutos siempre han sido causas de peligros de opresión para los pueblos.

Hume consideraba a la libertad de prensa como un elemento importantísimo para la propia defensa del pueblo. Incluso, con frecuencia, pone coto a las ambiciones de la corona. Hume creía en las fronteras abiertas y el libre tráfico a escala mundial porque ni el dinero huye de un país laborioso ni la riqueza de los demás países lo perjudica, sino al contrario.

Como empirista, Hume sostiene que "el hombre es lo que es y no lo que debe ser", en contraposición a Kant que estaba influenciado por el "racionalismo" iluminista. Tal es así que Kant desarrolló la idea racionalista de Rousseau del contrato social por el cual subsume la voluntad individual a la voluntad general, o que sea justifica el poder absoluto del poder, desconociendo la eticidad particular. Más tarde esto conduciría al totalitarismo del siglo XX que ha causado solo muertes.

Kant sostenía que el comercio no era ético pues se hacia por interés. Rousseau sostenía que la causa de las desigualdades era la propiedad, al contrario de lo que sostenían los pensadores liberales: la propiedad es la que permite la libertad del individuo. Así, Hume comprende que la naturaleza humana es inmodificable por más que podamos aprender a través de la historia, y el aprendizaje más importante empieza por el reconocimiento de la falibilidad del hombre, y en tal sentido entiende que para lograr un buen gobierno hay que poner límites al poder. "El gobierno es la administración de hombres sobre hombres, de allí se deriva la necesidad de la limitación del poder político".

Hume señala que para cambiar los comportamientos o las conductas es necesario cambiar las circunstancias, y entiende que la civilización es un aprendizaje y la libertad un lujo de la civilización. Lo que Hume temía no era la tiranía de la mayoría, sino la tiranía de las asambleas populares dominadas por líderes políticos que invocan o hablan en nombre del pueblo.

La historia de Inglaterra.

Hume realizó un análisis histórico de Inglaterra. Dijo: "Las prerrogativas de esta persona eran escasamente discutidas y por lo tanto las empleó sin escrúpulos" (en referencia a Isabel I). En la Inglaterra de Isabel I (perteneciente a la dinastía de los Tudor) no existía la seguridad jurídica de la propiedad privada que es el sustento de toda libertad, solo existía tiranía e inquisición. Si bien la Corona no tenía el derecho de imponer gravámenes, a menudo exigía préstamos a sus ciudadanos y después no los pagaba, o lo hacía tarde y sin pagar intereses. Otros métodos para obtener fondos era el establecimiento de monopolios y la concesión de patentes de comercio. La reina podía asimismo embargar mercancías para exigir dinero. El Parlamento no tenía derechos para poner límite alguno a Isabel I, solo era una mera falacia y la reina, arbitrariamente, ponía presos a sus miembros, todo a pesar de la Carta Magna o Common Law. Tal es así que en 1620 los puritanos de Inglaterra huyeron de la intolerancia religiosa a los Estados Unidos a bordo del Mayflower. Luego le sucedieron los Estuardos, después les siguió otro gran personaje autoritario llamado Oliver Cromwell, y este proceso de poder político absoluto termina con el derrocamiento de Jacobo II, proceso que se conoce como la Revolución Gloriosa de 1688. Hasta este evento no existían libertad ni derechos individuales. La lucha de la Corona por mantener sus prerrogativas y el problema religioso fueron las causas determinantes de la Revolución de 1688.

Hume no da una buena definición de lo que era la libertad, en comparación con la licencia anglosajona. Para entenderlo hay que analizar sus conceptos de justicia y propiedad. Sostiene que justicia y propiedad fueron dos artificios para ordenar las relaciones de los hombres dentro de la sociedad. "El egoísmo de la naturaleza humana, su codicia natural y su limitación de recursos (escasez) eran los puntos básicos en que se sustentaban las reglas sobre la propiedad y la justicia". Es decir, estaba reconociendo la necesidad de establecer límites y reglas a partir de las cuales las sociedades (el hombre) pueda ser dirigido con el mínimo de coerción. "No hay justicia sin propiedad", es un pensamiento de Hume que se condice con los principios de una sociedad abierta. Con la Revolución Gloriosa de 1688 y la Carta de Derechos, en Inglaterra comenzó la democracia parlamentaria moderna. El monarca nunca volvería a tener el poder absoluto.

Espero que en función de este pensamiento despejemos algunos conceptos falseados y tergiversados que hoy el relato socialista ha avanzado sobre el concepto del liberalismo, arrebatándole la ética. También podamos comprender y tomar conciencia de una concepción histórica acerca de aquello que ha cambiado al mundo y lo ha llevado al desarrollo y prosperidad.


(*) José Edgardo Carvallo Sawula.
Abogado del Foro de Corrientes.

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